Cosmovisión Maya- El tiempo

Uno de los componentes centrales de la Cosmovisión Maya son: El tiempo, La Cosmogonía, y Los Valores y Principios.

1. El Tiempo

Para los Mayas va mucho más allá de la medición de espacios, siglos y períodos, o del transcurrir de la vida o de la existencia.

El tiempo tiene una connotación religiosa, pues determinante para el establecimiento de momentos y espacios apropiados para la práctica de actividades ceremoniales, entendiéndose como una de las manifestaciones del COSMOS que determina la vida en la concepción, gestación, nacimiento y desarrollo del ser humano.

El tiempo también permite la relación de períodos, por ejemplo, del sol con su contraparte el período de sombra; períodos de lluvia con períodos de sequilla, etc, y algo importante que va integrando el principio del equilibrio, pues las dos cosas son complementarias y las dos cosas son interdependientes una de la otra.

2. La Cosmogonía

El pueblo Maya vive su cosmovisión, a través de todos los conocimientos que los abuelos y abuelas crearon para explicar el origen de la vida, el proceder del universo. La espiritualidad es el sustento de la vida y la existencia humana, es el momento en el cual predomina la relación existencial.

Los ciclos de los astros, particularmente el Sol, forman la base del calendario maya.

No es coincidencia entonces que la palabra Sol, día y tiempo son la misma o muy silimar la una de la otra en todos los idiomas mayas. Para mantener el paso del tiempo, los mayas observaron y registraron los ciclos anuales del Sol; incluyendo los tiempo de los equinoccios, solsticios, y los pasos cenital y por el nadir.

La luz del Sol y las sombras, así como la posición del Sol durante el amanecer y el atardecer, se registran en la arquitectura de las magníficas pirámides, palacios y otras estructuras de antiguas ciudades mayas hasta el día de hoy. Estos momentos especiales del año se celebraban con pompa y ceremonia en tiempos antiguos; y hoy, miles de personas, tanto maya como no maya, visitan yacimientos arqueológicos y son testigos de la relación entre el Sol y las estructuras de esas ciudades monumentales.

“En los días pasados no teníamos relojes y no había televisión ni nada de eso. Mi abuela sabía como decir la hora observando el Sol. Ella me enseñó como marcar el tiempo con mi propia sombra durante el día, y cuando era más corta, sabía que tenía que correr a casa y ayudar a preparar la cena. Ella decía que cuando el Sol estaba justo encima podíamos pisar sobre nuestra propia sombra completamente.